Este personaje afirma que solo cuando está nublado, momento en que no tiene constancia de la presencia de este astro, puede dormir. Comienza a soñar con una ciudad con la que se obsesiona, Olathoë, donde encuentra a un conocido suyo que lo envía como vigía a una torre desde la que debe avisar si aparecen los enemigos de la ciudad. Desde esta torre ve resplandecer en el cielo la Estrella Polar, maligna, que provoca que se duerma y sea incapaz de vigilar. El protagonista se siente culpable, « (…) frenético por salvar la ciudad cuyo peligro crece a cada momento». La vigilia y el sueño se confunden y cambian las tornas, estando el narrador convencido de que lo real es la ciudad y sus habitantes, a los que ha de ayudar y defender.

En la letra vemos esta dualidad: el « (…) no dormirás, mientras vigile tú le perteneces» frente al « (…) y dormirás mientras los astros vigilen tus sueños»; «Su luz te cegará al soñar» frente a «Su luz te obligará a soñar».

De nuevo planteamos el dilema vigilia-sueño, realidad-ficción; de algún modo, esta letra y la anterior, Insania, están relacionadas. Como elemento diferenciador tenemos, principalmente, el origen de la locura del personaje: en Insania viene del interior, es producto de su propia mente; mientras que en el caso del protagonista de Polaris se representa esta locura como una entidad malévola ajena al protagonista, que controla a su antojo el sueño de este. Al mismo tiempo, podemos relacionar ambas con el protagonista de la historia principal, al que hemos conocido en Edén: ¿qué de lo que ve es real y qué no? ¿Está en un estado de alteración de la conciencia que le impide ver las cosas tal y como son, el horror a su alrededor? ¿O simplemente se está negando a sí mismo lo evidente para mantener la calma?