Historia de: CREADOR [PARTE IV]

Con esta última canción, aparte de concluir nuestra historia, concluye el disco. Nuestro protagonista llega al final de su vida y se dirige a su Creador, a quien expone su sufrimiento y soledad. Sin embargo, no obtiene respuesta alguna. Finalmente, inspirados por el poema de Dylan Thomas, entra dócilmente en la noche: acepta que ha llegado su final.

Esta canción se basa en la obra más conocida de Mary Shelley, Frankenstein, donde la criatura se reúne con su creador para preguntarle por qué lo abandonó tras haberlo creado. El fuerte sentimiento de incomprensión y rabia de la criatura, que ha recibido tanto dolor en su vida, no es distinto del que experimenta cada ser humano cuando se enfrenta al final de su camino y en la soledad trata de buscar algo más, pero solo encuentra silencio.

Se menciona la idea del eterno retorno, que desarrollaremos más en el epílogo, para indicar que después de estos acontecimientos todo vuelve a empezar en un ciclo infinito. A continuación, el último fragmento del pensamiento del protagonista.

«¿Cómo sabemos que cuando nacimos éramos felices? Nunca se recuerda nada de esa época. Siempre he asociado a los recién nacidos con la pureza del alma, la felicidad, la inocencia sin mácula, la belleza de la vida. Pero un ser tan indefenso, cuya única posibilidad de sobrevivir es ser cuidado 24 horas por un ser racional, no debe pasarlo nada bien a pesar de no ser consciente de lo que se le viene encima. ¿Cómo podemos ser tan fuertes de soportarlo entonces? Cuando solo queda llorar por todo lo que necesitas, la única manera de no caer en la locura es olvidar todo eso que te hace daño. Puede que nunca recordemos nada precisamente por lo traumático que supone venir a este mundo.

No es igual a cuando aprendes a hablar, a dar tus primeros pasos, a ir al colegio, al instituto, a salir a la calle y a abrir tu entorno. Abrazas al mundo como si este te fuera a regalar toda la felicidad que deseas. Al fin y al cabo, la juventud es ilusión, sueños, ganas de hacer lo que quieras solo porque crees que puedes hacerlo; es libertad. Y qué contradictorio resulta que, cuanto más conoces de lo que te rodea, más límites descubres que existen, más límites te imponen, más límites descubres que tienes y más rabia te da querer aceptarlo. Marcada por la rebeldía y el carpe diem, otra época se va, mientras miras con ansias a un futuro que te afirmas que será mejor.

Supuestamente, la llegada de la madurez debería ser el culmen del aprendizaje y de las enseñanzas de ética y moral. La parte de tu vida donde vas a actuar de la manera más sabia y correcta. Pero lo más común de ver es justamente lo contrario. Discusiones al volante, discusiones por herencias, abandono de animales, de personas, acumulación de bienes y desecho de valores, búsqueda del placer, esclavitud por lo que creemos son nuestras necesidades pero en realidad son imposiciones culturales, corrupción, podredumbre y miasmas del alma. Parece que, a mayor libertad aparente, más te encadenas a tus decisiones.

Y es aquí, en mi lecho de muerte, después de mi examen de conciencia, cuando más asco me doy pero más cuerdo me siento. Grande ironía la que nos toca vivir, pues es aquí que, cuanto más recuerdo, más me doy cuenta de todo lo que he olvidado. Pinchazos desagradables en mi sien se transforman en humo, borrosas se quedan las imágenes y pequeña se va haciendo la amargura. Grande ironía es el hecho de que, cuanto más intento recordar, más fracaso, y más felicidad voy encontrando a partir de mis enfermas raíces de alusiones al pasado. Grande ironía es que, cuanto más muero, más me parece que vuelvo a nacer. Si ha de ser así, me preparo para mi nueva vida.»

Lp silencio penumbra temas: Eden [parte I] Insania Polaris Cenizas [parte II] silencio [parte III] creador [parte IV] inercia discordia reino del miedo némesis caos

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Letra de: CREADOR [PARTE IV]

Solo fui la idea de un dios,
no pedí llegar a existir.

Son tantas preguntas
las que persisten.
Eterno retorno
a nuestro origen.

Dime, padre,
dime por qué sufro.
Di mi nombre,
nunca lo escuché.

Yo no pido
que tú me perdones.
Solo calla,
vas a oír mi voz.

 

Mira mi rostro.
Siente mi furia.
Solo, perdido.
Sin un motivo.

¿Dónde puedo encontrarte?

Dime, padre,
dime por qué sufro.
Di mi nombre,
nunca lo escuché.

Luz que muere,
entro en las tinieblas.
Dócil rabia,
vas a oír mi voz.

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