Me da asco el estrés de la gente. Últimamente he visto a muchos vecinos irse de viaje o llegar a casa con una cantidad absurda de compras. El barrio cada vez está más inquieto, pero bueno, será que les parecerá peor la tormenta que dicen las predicciones que llegará pronto.

¿Por qué no podrán mantener la calma? Me molesta su ajetreo, aunque parece que ahora es mucho menor que la pasada semana, por fin.

Me acabo de despertar, pero no ha sido por la luz que entra por la ventana, sino por un ruido muy fuerte de algún camión. Miro por la ventana y veo a muchas personas con ropa militar. Debo estar viendo mal porque la lluvia es tan intensa que apenas se distingue la carretera de las aceras.

De repente me tapo los oídos. Me duelen muchísimo por alguna explosión cercana. Corro hacia la ventana del salón y veo un enorme agujero en la calle de enfrente donde antes había un jardín. Vuelvo corriendo a la habitación y me da un vuelco el corazón al ver a un vehículo blindado con un cañón. Esto no puede estar pasando. Debo vestirme y salir a la comisaría de policía.

De repente oigo gritos de auxilio y voces en un idioma que no es el mío. Estoy aterrado y solo quiero irme de aquí. Sin previo aviso, caigo al suelo y me tapo los ojos al haberme entrado polvo en ellos. Mi casa se está derrumbando. No quiero irme, pero no tengo más remedio. Necesito llorar cuando salgo corriendo por la puerta de atrás, en pijama y calzado con lo primero que he encontrado. Llueve muchísimo y hace frío. Ahora solo oigo aullidos de dolor, sirenas y mis pies pisando charcos y barro.

Estoy completamente calado y helado hasta los huesos. Me duele el corazón de lo fuerte que me late y no puedo dejar de mirar a todas direcciones cuando llego a una gran calle donde hay una muchedumbre de personas.

Pero entre todo el ruido y el caos alcanzo a oír una sirena que nunca antes había escuchado. Miro hacia arriba y veo una bandada de aviones en formación volando hacia aquí. Sin esperar ni un minuto corro hacia una entrada de metro que recordaba que había cerca. La tengo a 500 metros cuando empieza a taladrarme los oídos una tormenta de explosiones que se acerca más y más y, justo cuando llego a la entrada, tropiezo y caigo por las resbaladizas escaleras derribando a las demás personas que iban también a refugiarse. Siento que me ahogo debajo de un montón de cuerpos y de polvo que hace inútil la iluminación del lugar, pero consigo zafarme y levantarme con dificultad.

Todo está tranquilo ahora, pero no sé qué me aterra más, si el ruido o el silencio.